jueves, 19 de febrero de 2009

MiopíAmor

Parece que son los jueves (con el fin de semana asomando por la puerta de la oficina) los que me inspiran a pensar en temas más filosóficos, alejados de lo cotidiano y de las tareas...

Aunque tengo que confesar que esta reflexión (por llamarla de alguna manera) viene de la mano de un cuento leído anoche, de un buen amigo mío (él sabe bien quién es) y ronda sobre la curiosa relación que él construye entre miopía y amor. Es sabido (y algo se ha hablado ya en este blog) que el amor tiene que ver mucho con la química pero esto va más allá de relaciones fisiológicas y se centra en emociones.

Cualquiera que sea miope entenderá la sensación que uno tiene cuando va por la calle sin gafas (cuantas más dioptrías más entendimiento, probablemente), todo lo cotidiano se vuelve extraño, de todo lo conocido emerge una cara nueva, la realidad se transforma. Y precisamente ESO tiene bastante parecido a la sensación que uno experimenta cuando de repente se enamora... todo cambia en tu vida, de repente las cosas cambian aunque son las de siempre... te vuelves miope de repente!

Algunos cínicos (no enamorados) pensarían que esto es una desgracia, que el amor atonta o te disminuye tu autonomía personal... a lo que yo respondo: "bendita dependencia, bendito atontamiento", o si no, ¿porque todos los humanos merecedores de ese calificativo nos enamoramos?

Como toda reflexion debiera de hacer, se me plantean más incógnitas sobre el amor y la miopía:

Cuando el amor se termina... ¿es que te han subido las dioptrías?
¿Son las gafas el instrumento necesario para no ir con cara de "tonto enamorado" todo el dia?
o quizás ¿es la operación de miopía la metáfora adecuada para el divorcio?

y una personal: ¿Somos los miopes más enamoradizos?

Sei lá!!

1 comentario:

  1. Sería negligente e inadecuado que yo (tú sabes bien quien soy) comentara algo más de las posibles conexiones entre la miopía y el amor, pero es inevitable que al ver las preguntas finales, interesantes y que han generado que me haya echado atrás, sobre el respaldo frío de la silla y haya puesto cara de tonto (como de pensar).

    Se dice que el amor es ciego, pero no es verdad, uno ve, pero no quiere "verlo", o lo deja pasar o prefiere no aceptar las cosas. El ciego tiene esa incapacidad visual que ni la cirugía más avanzada puede solucionar (en general), pero el miope aún puede arreglarlo, ponerse y quitarse las gafas a su antojo, operarse, decidir al fin y al cabo; por eso, la metáfora entre la miopia y el amor es acertada, creo yo (tú sabes bien quien soy), y sobre todo, las incógnitas que planteas a raíz de tu reflexión.

    Solo hay una cosa en la que no estoy de acuerdo, creo que cuando el amor se termina, no es que te suban las dioptrías, todo lo contrario; vas al médico y te pasa unos rayos láser o lo que carajo sea, y sales con la vista como nueva (después de unos días de adaptación, el amor es lo que tiene, que tarda en curarse), entonces VES bien, nítido, y te dices, ¿qué hago yo tan enamorado?, y sobre todo, ¿por qué?

    Y si después de operado, de ver todo bien, aún sigues enamorado, entonces es que no existe una relación directa entre la miopía y el amor; tan solo es que para unos (habrá que incluirse en este grupo para que no digan), solo se llega al amor quitándose las gafas de ver.

    PD: yo tengo un par de gafas, unas las tengo para casa y otras las saco a la calle: ¿Eso puede tener relación entre lo que siento dentro de la puerta de mi casa y fuera de ella?

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