miércoles, 9 de marzo de 2011

Siddhartha, la primera guía de autoayuda.

Comencé a leer el libro Siddhartha de Hermann Hesse, por casualidad, y si me sincero un poco, casi por la portada (de la que pongo una foto abajo) y me ha sorprendido muy gratamente y lo recomiendo. 

Es un libro simple, muy sencillo, sobre la historia de un hombre y sus fases vitales. No es nada espectacular, repito, en su argumento pero engancha en su forma de contarlo y en la profundida del mensaje. Pensando en la grata sorpresa que me estaba produciendo su lectura me di cuenta de que en muchos aspectos, esta novela del año 1922,  puede ser una de las primeras "obras de autoayuda".

Como he leído en alguna reseña: "Hesse confesó que esta obra contenía muchos elementos autobiográficos. La búsqueda de Siddharta en la novela correspondía a la búsqueda del propio autor, y la sencillez de la trama le permitía exponer ideas e inventar diálogos que correspondían a sus propias inquietudes."

Obviamente no está planteada como una obra de autoayuda, pero muestro algún fragmento de la novela que me han gustado especialmente por destacar en este aspecto:

"La suerte" (me hizo recordad al libro de "La Buena Suerte" de Alex Rovira)

En un pasaje de la historia, Kamala (la amante del protagonista, Siddhartha), queriéndo acusar a la "suerte" del protagonista por haber conseguido "conquistarla" y haber cambiado su vida de ser un "samana" (meditador que vive de la limosna y sin propiedades) a un empresario próspero le dice:

- "Has tenido suerte, todas las puertas se abren a tu paso. ¿Por qué será? ¿No tendrás algún hechizo?"

Le responde Siddhartha:
- "Ayer te dije que sabía pensar, esperar y ayunar, pero en tu opinión aquello no servía para nada. Sin embargo, sirve para mucho, Kamala, ya lo verás. Te darás cuenta de que los necios samanas, en el bosque, pueden aprender infinidad de cosas buenas que vosotros ignoráis aquí. Anteayer no era más que un mendigo sucio y desgreñado; ayer le di un beso a Kamala y pronto seré un mercader y tendré dinero y todas esca cosas que a ti tanto te interesan."
- Es cierto. - admitió la cortesana - Pero  ¿qué hubieras hecho sin mí? ¿Que sería de ti sin  la ayuda de Kamala?
- Querida Kamala - repuso Siddhartha irguiéndose cuán alto era-, yo di el primer paso al entrar en tu bosquecillo. Mi propósito era aprender el amor con la más hermosa de las mujeres. Y desde el momento en que tomé esta determinación, sabía que la llevaría a término. Y sabía también que tú me ayudarías; lo supe desde que me echaste tu primera mirada, a la entrada del bosquecillo.
- ¿Y si yo no hubiera querido?
- Pero lo has querido. Escucha Kamala: si arrojas una piedra al agua, se precipitará hasta el fondo por el camino más rápido. Lo mismo le ocurre a Siddhartha cuando se propone alcanzar una meta: Siddhartha no hace nada: espera, medita, ayuna, pero atraviesa las cosas del mundo como la piedra, el agua sin hacer nada, sin moverse, dejándose atraer, dejándose caer. Su propia meta lo atrae, pues él no deja penetrar en su alma nada que pueda apartarlo del objetivo propuesto. Esto es lo que Siddhartha aprendió de los samanas. Es lo que los necios denominan magia y atribuyen a la acción de los demoninos. Mas nada es obra de los demonios, porque los demonios no existen. Cualquiera puede ejercer la magia y alcanzar sus objetivos si sabe pensar, esperar y ayunar.
[...]


Es mi interpretación personal, pero me parece algo muy muy parecido a lo que leí hace ya unos años en "la buena suerte".

"Siddhartha" significa "aquel que alcanzó sus objetivos" o "todo deseo ha sido satisfecho" (extraído de aqui)

Intentaré poner algunas otras perlas de este gran libro.

Portada de la edición para España del 2010 que leí, realizada por Xabier Sangenís

miércoles, 2 de marzo de 2011

Tímido sol de invierno


Tímido sol de Invierno
que en tu temprana candidez
al entrar por la ventana
me haces confundir las caricias de tus rayos
con las caricias de amor en la cama

Tímido sol de invierno
que desconocedor aún de las fuerzas
que ahora reposan en otras latitudes
permites a las nubes holgazanas
mantenerse dormidas a ras de suelo.


Tímido sol de invierno
que en tu infantil candidez
nos abandonas por las tardes
lentamente sonrojándote
mientras nos sonrojas al mirarte.

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